Los dos datos económicos publicados por Alemania este viernes suponen un cóctel explosivo en medio del marasmo que atraviesa la mayor economía de la eurozona. Por un lado, las nuevas cifras certifican que la industria germana no acaba de tocar fondo en este ‘nuevo mundo’ posterior a la pandemia en el que China ya es un competidor feroz en el valor añadido, la energía es más cara y los servicios son el nuevo ‘dorado’ económico. Por otro, el superávit comercial con EEUU se ensanchó en 2024 y, lejos de suponer una alegría, apunta a que muchos se están intentando adelantar a los aranceles con los que amenaza un Donald Trump al que habrá irritado este último dato.

Este viernes se ha publicado el enésimo decepcionante dato de una industria teutona con una producción que sigue estando un 10% por debajo de los niveles anteriores a la pandemia. El sector cerró 2024 con debilidad: en diciembre, la producción cayó un 2,4% intermensual, frente al -1,3% intermensual de noviembre (dato corregido dos décimas a la baja) y al -0,7% que esperaban los expertos. La fuerte caída el mes pasado en la cifra principal significa que la producción cayó por tercer trimestre consecutivo en el cuarto trimestre. En el conjunto del año pasado, la producción industrial bajó más de un 3%.

El dato de diciembre indica también que la producción ha caído a su nivel más bajo desde mayo de 2020, durante los primeros confinamientos por la pandemia. La producción en el cuarto trimestre de 2024 bajó un 0,9% intertrimestral, lo que ayuda a explicar por qué se contrajo la economía alemana. La mayor parte de la caída se debió a un descenso del 10,0% en la producción automovilística, aunque la producción en los sectores intensivos en energía también cayó, un 3,1%.

La negativa métrica se suma a una serie de cifras industriales decepcionantes de los dos últimos años, certificando que la caída de la industria alemana continúa. . La utilización de la capacidad manufacturera se encuentra en mínimos sólo comparables a los registrados durante la crisis financiera y los primeros cierres patronales. Los analistas tienen pocas dudas: con ese gran lastre, es imposible que la tradicional ‘locomotora’ económica de Europa vuelva a coger velocidad. “Esto pinta un panorama poco halagüeño para una nación conocida como potencia industrial”, constata Carsten Brzeski, economista jefe en ING.

Para Andrew Kenningham, de Capital Economics, las perspectivas siguen siendo muy malas: “Es cierto que podría producirse un repunte de la producción de automóviles a corto plazo y que la bajada de los tipos de interés podría apoyar la inversión empresarial en los próximos meses. Pero las encuestas empresariales, como el índice Ifo de clima empresarial, siguen en un nivel muy bajo y el repunte del precio del gas natural europeo de 39 a 55 euros/MWh desde mediados de diciembre aumentará los costes de las empresas que consumen mucha energía. En resumen, parece que el declive estructural de la industria alemana va a continuar”.

En la misma línea se pronuncian desde ING: “Aparte de algunos repuntes más bien técnicos, aún no se vislumbra una recuperación sustancial de la industria alemana. Las existencias han seguido aumentando, en lugar de reducirse, y ya llevan más de un año en niveles elevados. Al mismo tiempo, las carteras de pedidos han empezado a tocar fondo, pero incluso después del fuerte aumento de diciembre de ayer, no están lo suficientemente llenas como para poner en marcha un giro muy necesario en el ciclo de inventario”. “Estos últimos datos industriales subrayan una vez más que la industria ha sido y seguirá siendo un lastre para el crecimiento alemán”, sentencia Brzeski.

En Commerzbank están de acuerdo en que el sector manufacturero sigue siendo el punto débil de la economía alemana y también ven poco probable que esto cambie en el futuro próximo, incluso si los signos de recuperación de la demanda que se mostraron este jueves en los pedidos entrantes se confirman en los próximos meses. Los pedidos de fábrica alemanes aumentaron en diciembre. La demanda aumentó un 6,9% respecto del mes anterior, mucho más de lo previsto por cualquiera de los 23 economistas encuestados por Bloomberg. Sin contar los pedidos a gran escala, aumentó un 2,2%, según la oficina de estadísticas.

Un repunte, el de los pedidos, que de todos modos está lejos de ser suficiente para anunciar una recuperación significativa en la mayor economía de Europa. “Esto se debe a que muchas empresas siguen evaluando su situación de pedidos en la encuesta Ifo como demasiado baja, lo que significa que probablemente solo reaccionarán a un aumento de la demanda con un aumento de la producción después de un retraso considerable”, explica Ralph Solveen, economista del banco alemán.

El dato que ‘cabreará’ a Trump

Junto al dato de producción industrial, este viernes se han publicado los relativos a la balanza comercial alemana de diciembre. El mes pasado, las exportaciones crecieron un 2,9% intermensual, mientras que las importaciones aumentaron algo más del 2% intermensual, ampliando el superávit comercial. Esta recuperación de las exportaciones, lejos de ser un punto de inflexión, apunta a cierta anticipación de cara a los aranceles que se avecinan desde EEUU, coinciden los expertos.

El hecho de que el superávit comercial de bienes de Alemania con EEUU alcanzase un nuevo máximo el año pasado probablemente irritará al presidente Donald Trump justo cuando amenaza con imponer aranceles a Europa. El saldo se situó en 69.950 millones de euros en 2024, un aumento de más del 10% respecto al año anterior, según cálculos de Bloomberg basados en los datos publicados por Destatis, el órgano estadístico federal alemán.

“Si sumamos los aranceles que se avecinan sobre la UE y la esperada versión moderna de las políticas de ’empobrecer al vecino’ de la nueva administración estadounidense, las perspectivas para la industria alemana no son nada buenas. No sólo por el impacto potencial en las exportaciones alemanas, sino sobre todo por el efecto en las inversiones alemanas si las empresas trasladaran su producción a EEUU“, remachan desde ING.

Un análisis de Bloomberg Economics de esta semana mostró que las ventas en el exterior de bienes automotrices y de maquinaria industrial podrían resultar áreas tentadoras para el presidente estadounidense si decide aplicar gravámenes específicos contra Europa. En un informe reciente, la casa de análisis Capital Economics calculaba que la producción alemana de automóviles menguará un 20% la próxima década. Hablando, uno de cada cinco coches que produce Alemania ‘desaparecerá’. Ludovic Subran, economista jefe de Allianz, coincide con estas perspectivas y escribe en una nota que “Alemania estaría en primera línea en un escenario de guerra comercial total, enfrentando el riesgo de un tercer año consecutivo de contracción de la economía”.

¿Un 2025 perdido?

Las caídas consecutivas del PIB en 2023 y 2024 han causado un hondo desánimo, ya que una contracción de dos años seguidos era algo que no se veía desde el bienio 2002-2003. Desde la patronal de la industria alemana también se ha reconocido recientemente que hay miedo a un tercer año de recesión.

“El crecimiento de la industria en particular ha sufrido una ruptura estructural. La crisis económica es algo más que una consecuencia de la pandemia y de la invasión rusa de Ucrania. Los problemas son de cosecha propia y el resultado de una debilidad estructural desde 2018 que los gobiernos no han sabido atajar. Se necesita urgentemente inversión pública en infraestructuras modernas, en la transformación y la resiliencia de nuestra economía”, expresaba hace poco esta patronal.

Con 2025 ya cogiendo tracción, la mayor economía de Europa sigue estancada antes de unas decisivas elecciones federales este mes en las que, con toda probabilidad, el canciller Olaf Scholz (socialdemócrata) será derrocado por Friedrich Merz, quien lidera el bloque conservador CDU/CSU y promete impuestos más bajos y menos regulaciones. Sin embargo, el gran ‘melón’ por abrir es el freno constitucional a la deuda, que limita el déficit del país al 0,35% anual y que restringe muchas de las inversiones que necesita el país. El desacuerdo entre los partidos y las altas probabilidades de que se deba gobernar en coalición complican el panorama con la débil economía convirtiéndose en debate candente.

El gobierno revisó recientemente a la baja sus expectativas de crecimiento de manera significativa, a solo el 0,3% desde el 1,1%. El Bundesbank predice un crecimiento de solo el 0,2% y advierte que es posible otra caída del PIB si Trump desata los aranceles.

Fuente: Revista El Economista

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