Pistoletazo de salida a la mayor migración anual de personas. China inaugura este martes el periodo de 40 días en los que los habitantes regresan a sus hogares o se van de viaje coincidiendo con la celebración del Año Nuevo lunar, que caerá entre el 28 de enero y el 4 de febrero pero que se extiende antes y después en el calendario.

Las cifras definen por sí solas la magnitud del ‘chunyun’, como se conoce en China al movimiento anual de personas con la excusa de las vacaciones del año de la serpiente que da inicio el 29 de enero. Aunque los desplazamientos en vehículo propio “seguirán dominando” el flujo de tráfico durante las fiestas, el tren volverá a ser uno de los grandes protagonistas: se espera que los ferrocarriles del gigante asiático registren 510 millones de desplazamientos, lo que equivale a un promedio diario de 12,75 millones.

Tal es la demanda que, según el diario local The Paper, la capacidad del sistema ferroviario ha sido ampliada con 185 trenes de alta velocidad adicionales y un incremento en las frecuencias de trenes nocturnos entre ciudades como Pekín, Shanghái (este) y Cantón (sureste) con destinos del interior como las urbes centrales de Chengdu, Chongqing y Wuhan.

La plataforma oficial de venta de billetes de tren (de nombre 12306) también ha redoblado los esfuerzos para garantizar la estabilidad de su sistema durante el pico de viajes. No es para menos ante los 75,74 millones de pasajes que se han comprado de manera anticipada -comenzó el 31 de diciembre de 2024-, incluidos 18,06 millones emitidos en un período pico de 31 horas, lo que equivale a una media de 9.700 billetes por minuto.

En avión se harán más de 90 millones de desplazamientos según las estimaciones del Ministerio, lo que, de cumplirse, representaría un récord que superaría al ya registrado durante las fiestas de 2024.

Se esperan 9.000 millones de desplazamientos

“Garantizar la fluidez del tráfico de pasajeros” y para que “el pueblo tenga unas fiestas felices, seguras y pacíficas”, se hace crucial para el Ministerio de Transporte chino que, en total, estima un récord de 9.000 millones de desplazamientos en lo que será a una prueba crucial para medir la temperatura al consumo interno.

La tradición dice que durante una semana, la población se dedique a limpiar las casas a fondo, colgar recortes de papel para atraer buena suerte, decorar las calles o celebrar grandes banquetes familiares. Otros, cambiarán la tradición de volver a casa con la familia para irse a hacer turismo interior y al extranjero. En este último caso, los destinos más solicitados son los de más proximidad por la mejor accesibilidad y la facilidad para obtener los visados (Tailandia, Indonesia, Maldivas y Vietnam) pero quienes optan por irse más lejos suelen escoger destinos como Italia, Francia, España, Alemania, Nueva Zelanda y Australia.

Vigilar el consumo no es una cuestión menor ya que durante esa semana concreta, el país se paraliza. Este año, el contexto lo definen la baja demanda, el riesgo de deflación, la insuficiencia de los estímulos del Gobierno para aupar un economía ralentizada, la crisis inmobiliaria y la falta de confianza entre los consumidores. Este cóctel es el que concentra las causas que esgrimen los analistas para explicar la desaceleración de la economía china.

El ‘Día del Soltero’ -inicialmente sólo era el día 11 pero ahora se extiende durante más de un mes- inaugura a finales de año la temporada alta para la demanda interna. Auspiciado por el gigante del comercio electrónico Alibaba, es el primer gran examen para conocer el estado de la economía.

Las ganas de consumir de la población, que cambiaron a raíz de la pandemia hacia un consumo más racional, y la guerra comercial, dejan atrás los niveles pretéritos para dar paso a un consumo más contenido del que Alibaba no da datos desde hace dos años. con todo, sigue siendo el día más consumista del año. Según firma local Analysys, entre el 14 de octubre y el 3 de noviembre, el volumen de negocio de las principales plataformas de comercio online chinas había ascendido un 14,3% interanual.

Fuente: Revista El Economista

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