El “escenario apocalíptico” al que se enfrenta el sistema de transporte de Chicago está cada vez más cerca. Los problemas que enfrenta la tercera ciudad más grande de EEUU se enmarcan en la creciente crisis financiera que afecta a los sistemas de transporte urbano de todo el país ante el fuerte déficit presupuestario que persigue a las grandes ciudades del país ante el fin de la ayuda del Gobierno federal para la pandemia y la reciente amenaza del presidente, Donald Trump, de cortar la financiación de importantes proyectos de infraestructura de transporte.
Aunque el enemigo es compartido, el caso chicaguense imprime más urgencia debido a un déficit presupuestario de 770 millones de dólares que amenaza miles de puestos de trabajo y anuncia grandes recortes en los servicios y un cráter en la economía local… a menos que se encuentre una solución financiera antes de que acabe la primavera.
El informe publicado este viernes por la Autoridad Regional de Transporte, supervisor de las finanzas de las agencias de autobuses y ferrocarriles de la región, pone negro sobre blanco la situación al describir las graves consecuencias que podría tener ese “escenario apocalíptico” para el sistema y la región no subsanar la deficiencia de los sistemas de transporte urbano y reclama a la Asamblea General actuar antes del final del periodo de sesiones legislativas de mayo para evitar una crisis.
Se espera que la Autoridad de Tránsito de Chicago (CTA) sea la primera agencia de la región en caer en el abismo fiscal. El informe predice que al menos cuatro de las ocho líneas de transporte rápido de la ciudad probablemente verán recortados sus servicios lo que haría pasar a la CTA de ser uno de los sistemas de transporte más grandes del país a uno con menos rutas de autobús que algunas ciudades más pequeñas, como Kansas.
“No es solo una crisis de transporte público, es una emergencia regional”. Son palabras de la directora ejecutiva de la Autoridad del Transporte Regional (RTA), Leanne Redden, que se plasman en el informe. La advertencia va seguida de una petición ante la cuenta atrás a la que se enfrenta la ciudad: “Si la Asamblea General no actúa esta primavera, cientos de miles de habitantes de Illinois se despertarán en 2026 sin forma de ir al trabajo, la escuela o a sus citas médicas, con una incertidumbre constante sobre sus servicios de transporte público en los próximos años”.
Para evitar la inminente crisis, las autoridades han solicitado 1.500 millones de dólares en fondos anuales adicionales provenientes de fuentes estatales y locales y un aumento de las tarifas del del 10% para detener los recortes y financiar la ampliación de los servicios actuales.
Sin medidas adicionales, la RTA estima que el sistema de trenes de cercanías de la ciudad (Metra) tenga que finalizar el servicio del ramal Electric Blue Island (que une el sur de la ciudad con el centro financiero) y la agencia de autobuses (Pace) eliminar las rutas el fin de semana. Según sus estimaciones, las pérdidas económicas en los seis condados de la región de Chicago podrían alcanzar los 2.600 millones de dólares anuales, teniendo en cuenta el tráfico adicional, la reducción de la movilidad (pronostica que solo el primer año se perderían 90 millones de pasajeros) y la pérdida de empleos, que prevé que afecte a unos 3.000 trabajadores del transporte público para compensar el cierre de rutas y la caída de los ingresos.
En declaraciones a Bloomberg, la directora ejecutiva de Pace, Melinda Metzger, quien advierte de que llegar a ese punto detendría “el impulso que hemos creado para crear un sistema de transporte más receptivo y equitativo, uno que respalde el crecimiento económico y conecte a las personas con empleos y oportunidades y nos haría retroceder años”.
Fuente: Revista El Economista