La Comisión Europea arranca el nuevo mandato cumpliendo uno de sus grandes compromisos de legislatura, presentará este miércoles su hoja de ruta para impulsar la competitividad de la UE y no perder la carrera frente a Estados Unidos y China. Una desventaja de la que quedó plena constancia en el Foro Económico Mundial que tuvo lugar la pasada semana en Davos. Es así que la llamada Brújula de Competitividad de la UE se centra en gran medida en dar un impulso a las pymes comunitarias: lanzará un fondo de Competitividad para impulsar sectores estratégicos, favorecerá a las empresas comunitarias en la contratación pública y mejorará el acceso a financiación de las pymes.

El plan delineado por Bruselas toma como referencia los informes elaborados por los dos exprimer ministros italianos, Mario Draghi y Enrico Letta, precisamente para impulsar la competitividad de la UE. El primero de ellos ponía sobre la mesa la necesidad de 800.000 millones de euros anuales para tal fin y abría la puerta a una nueva emisión de deuda conjunta. Consciente de la dificultad de alcanzar un consenso para tal propuesta, Bruselas plantea en su plan un nuevo Fondo de Competitividad, que se nutriría de la redistribución de partidas del presupuesto comunitario, y se destinaría a sectores estratégicos y tecnológicos, tal y como avanzó elEconomistaes.

Además, el Ejecutivo comunitario ha tomado nota de la necesidad de reducir las trabas burocráticas. Por ello, ha recogido en su plan la intención de reducir un 25% las obligaciones de reporte para las medianas empresas y del 35% para las pequeñas. A ello se suma que se creará una nueva definición de lo que se entiende por empresa mediana que tiene como finalidad agilizar la operativa de más de 30.000 firmas.

La Comisión Europea se ha tomado en serio, también, los mensajes del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, para priorizar la industria estadounidense. En este sentido, Bruselas propone que se favorezca a las empresas comunitarias en los procesos de contratación pública. La idea es impulsar la autonomía estratégica del bloque comunitario pero la cruzada en la contratación pública empezó realmente hace un año, cuando Bruselas incrementó su escrutinio sobre las empresas extranjeras que participaban de concursos públicos en Europa dopadas de subsidios.

Las ayudas de Estado entran también en el plan de la Comisión Europea, pese a las reticencias previas que apuntaban a una posible fragmentación del mercado único. Lo que plantea son ayudas a la descarbonización de las industrias intensivas en energía. Deben ser, eso sí, “simplificadas y bien orientadas” para atajar esos temores y, además, se impulsará la coordinación europea y nacional.

Otra de las patas a las que se refería la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuando estructuraba los objetivos del plan de Competitividad era a reducir excesivas dependencias de terceros países y a diversificar el suministro. Un paso para tal fin radica en la creación de una plataforma para la compra conjunta de materias primas críticas, es decir, principalmente aquellas que serán indispensables para la transición verde. Una fórmula que se puso en marcha con el suministro de gas durante la crisis energética o durante la pandemia con las vacunas.

Pero el bloque comunitario tiene claro que uno de los puntos flacos radica en la fragmentación, frente a un mercado unificado en Estados Unidos, que propicia que muchas startups vayan a buscar financiación al otro lado del charco. Por ello, una de las medidas del plan de Bruselas apunta a facilitar que las empresas innovadoras puedan escalar en el mercado comunitario y eliminando las restricciones al capital riesgo.

La apuesta incluye mejoras para impulsar la transferencia de conocimiento de la universidad a la empresa, aborda la falta de infraestructuras e impulsa la movilidad del talento. La Comisión Europea apuesta por un programa de inversión en tecnología, que contará con el apoyo del Banco Europeo de Inversiones (BEI). El bloque comunitario tratará de impulsar el desarrollo de tecnologías clave, como la inteligencia artificial, la computación en la nube, la biotecnología, las energías limpias, los materiales avanzados, la robótica o la tecnología espacial.

Como parte de esta estrategia para mejorar la integración del mercado único, el Ejecutivo comunitario considera estratégico avanzar en la interconexión energética entre países y en mejorar la infraestructura de transporte y distribución de energía.

Fuente: Revista El Economista
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