El nuevo Gobierno británico ha empezado su mandato con mal pie, con acusaciones de haber recibido regalos de un gran donante al partido. Pero ahora todas las miradas se centran en el enorme esfuerzo que tendrá que hacer el país para evitar un déficit desatado. Es por ello que la tensión no para de crecer a medida que se acercan uno de los presupuestos más importantes de la historia reciente del país. El próximo 30 de octubre, a horas de la noche de Halloween, desde Downing Street aterrizarán uno de los mayores miedos que está recorriendo los mercados y la actualidad de Reino Unido: una subida de impuestos histórica, que los analistas esperan que alcance los 20.000 millones de libras para cuadrar las cuentas y revitalizar la economía.

La opinión generalizada no da lugar a dudas: el antiguo Gobierno conservador cayó estrepitosamente porque la sanidad pública está asfixiada y con listas de esperas gigantescas; los ayuntamientos están al borde de la quiebra; las carreteras están llenas de baches; los trenes y los autobuses apenas dan el servicio necesario y a precios desorbitados; y cualquier servicio público imaginable está en las últimas tras 14 años de austeridad ‘Tory’.

La estimación de la ministra de Hacienda, Rachel Reeves, es que el agujero en las cuentas que dejó el anterior Gobierno conservador rondaba los 20.000 millones de libras. Y la única forma de arreglar esta situación es con una inyección equivalente de dinero. Pero al Tesoro no le sobra el efectivo y la deuda está rondando el 100% del PIB, lo que solo deja una subida generalizada de impuestos como opción para cubrir el gasto extra.

Cómo recaudar 20.000 millones

La situación es extraordinariamente compleja para el Gobierno porque tiene que enfrentarse a dos límites autoimpuestos. Por un lado, el objetivo final de los presupuestos es aumentar la inversión en servicios públicos, por lo que los posibles recortes de gasto están muy limitados. Y, por otro lado, el Gobierno se comprometió en campaña a no tocar el IRPF, ni las cotizaciones sociales que pagan los trabajadores, ni el IVA, ni el Impuesto de Sociedades, lo que supone descartar de un plumazo las principales herramientas de recaudación.

El primero de los problemas, la imposibilidad de sacar las tijeras de forma indiscriminada, ha llevado a Reeves a cancelar las ayudas para la calefacción a los pensionistas que no sean vulnerables económicamente. Una decisión impopular que le ha supuesto un fuerte coste político de entrada. Además, ha paralizado proyectos de inversión en infraestructuras de transporte, precisamente algo que criticaron los laboristas cuando el antiguo ‘premier’, Rishi Sunak, canceló la línea de tren de Alta Velocidad entre Londres y Mánchester.

Pero esos recortes no llegan, ni de lejos, a cubrir los 20.000 millones que calcula el Instituto de Estudios Fiscales que necesitará recaudar. Y, una vez descartados los principales impuestos, ¿qué opciones quedan?

Según estima la Resolution Foundation, la mejor forma de recaudar esa cantidad sería una mezcla de eliminar las exenciones al Impuesto de Sucesiones, aumentar el impuesto a las Ganancias de Capital y obligar a los empresarios a cotizar a la Seguridad Social sobre los pagos que hagan a los planes de jubilación de sus empleados, que hasta ahora están exentos. Esa última subida, por sí sola, podría suponer un aumento de ingresos de 16.000 millones, según la consultora LCP.

Los rumores han crecido a raíz de una entrevista en Sky News de Jonathan Reynolds, Secretario de Estado de Negocios y Comercio. Durante la misma, el laborista respondió al ser preguntado sobre esta posibilidad que no incurriría en ninguna contradicción con su promesa electoral de no subir impuestos a los trabajadores. “Sabían que esa promesa era para los trabajadores, no para las empresas, estaba específicamente escrito en el programa”, sentenciaba el alto cargo.

La posibilidad ganó incluso más veracidad al ser publicada por Bloomberg, alegando que Reeves está estudiando la posibilidad. Y cuando se preguntó al propio Keir Starmer sobre una subida de las cotizaciones, el primer ministro insistió: “El compromiso del Partido Laborista es no aumentar los impuestos a los trabajadores”, algo que se interpretó como una insinuación de que es una de las medidas que se están estudiando. De ponerse en práctica, prácticamente solucionaría el grueso de la subida de impuestos.

Otra de las dianas del Gobierno es el sector del juego. Todos los grandes partidos británicos llevan años amenazando con endurecer su posición frente a las grandes compañías de apuestas, que son una institución histórica en Reino Unido. Pero el ‘boom’ de las apuestas deportivas en internet ha disparado su alcance, su recaudación y el daño social que causan.

Los medios británicos han indicado que Reeves estaría pensando en un fuerte aumento de los impuestos a estas compañías, por valor de 3.000 millones de libras. Una posibilidad que ha provocado caídas de hasta el 16% en bolsa de las grandes firmas del sector, como Ladbrokes o William Hill. Según advierten los analistas de Jefferies, una subida de este nivel es “impracticable”, porque prácticamente “borraría los beneficios” de esas compañías. Pero los inversores parecen estar tomándosela en serio.

Aunque, por supuesto, el frente más probable donde se podrían encontrar nuevas vías de financiación para Reino Unido es en la retirada de la exención de impuestos para los ricos en Reino Unido. Una ley de más de 225 años que permitía no pagar impuestos a aquellos que pasen la mayor parte del año fuera de Reino Unido está en el ojo del huracán. 74.000 personas utilizan esta legislación y Starmer ya ha amenazado con quitarla.

Golpe en las empresas… pero pocas alternativas

Más allá del impacto que en septiembre se comentaba que podía tener unos mayores ingresos a las rentas más altas del país, con un éxodo de fortunas hacia otros países, los analistas están viendo que toda esta cascada de posibles impuestos puede tener una implicación incluso más peligrosa: una paralización en las inversiones y decisiones por parte de las empresas del país. Especialmente a la hora de contratar trabajadores.

Ben Jones, economista principal del CBI, explicaba en un reciente informe que las empresas están “pausando” la contratación de personal al tiempo que posponen la mayoría sus decisiones de inversión hasta ver bien el impacto que el nuevo presupuesto puede tener para su actividad. “Las firmas del país necesitan tener más claridad sobre la dirección de las políticas económicas del nuevo Gobierno”. Jones proseguía alegando que “nuestras encuestas sugieren que las empresas pueden haber vuelto a pisar el freno en septiembre en medio de especulaciones sobre posibles anuncios presupuestarios”.

Esto se ha notado especialmente en los datos de confianza empresarial de Reino Unido, publicados por la Cámara de Comercio británica hace una semana. Según la publicación, las dudas sobre el presupuesto del Gobierno laborista han sido la principal explicación en el sondeo para explicar la caída de esta ratio. “Muchas empresas están cada vez más preocupadas por la dirección que tomará la política económica, y la tributación se ha convertido en su principal preocupación”, afirmó David Bharier, director de investigación”.

Desde la consultora RSM destacan que, “el invierno se acerca para los contribuyentes, y no sólo para aquellos a los que se les han quitado las desgravaciones fiscales para los combustibles”. Chris Etherington, analista de la firma comenta que “aquellos que esperan que cualquier aumento de impuestos recaiga únicamente sobre los más ricos de la sociedad probablemente se llevarán una gran decepción”.

En cualquier caso, desde RSM destacan que no queda otra que pasar por las subidas de estos tributos. “Si la ministra de Hacienda no puede recaudar los ingresos fiscales deseados de los contribuyentes más ricos por sí sola y no los aumenta directamente con tipos impositivos más altos para los trabajadores, quedan pocas opciones para soportar la carga del déficit presupuestario”.

Sanjay Raja, analista de Deutsche Bank, señala que este es, aunque sea duro, el mejor camino que puede recorrer Reino Unido dada su situación. “La otra opción son grandes oleadas de endeudamiento que no están exentas de riesgos”. En ese sentido señala que, aunque desde Downing Street quieran tomar otra senda, no hay tantas alternativas como parece. “El Gobierno en Reino Unido tiene que cumplir sus normas fiscales y no pueden endeudarse para financiar gastos corrientes, que se han disparado”. Según el Instituto de Estudios Fiscales, el gobierno necesita decenas de miles de millones de libras solo por los acuerdos salariales del sector público y para evitar recortes de gastos.

Además, desde Capital Economics explican que unos mayores impuestos, a falta de saber cómo se dispondrán los mismos, podrían afectar a la economía en un momento especialmente complicado. “Nuestra opinión es que el crecimiento del PIB será más lento en la segunda mitad del año que en la primera, pero que se evitará una desaceleración importante u otra recesión“, comenta Paul Dales, analista de la firma. En cualquier caso, los tipos de interés más bajos permitirán un mayor crecimiento a pesar de los mayores impuestos. De momento, las perspectivas del FMI hablan de una subida del 0,7% en su PIB este 2024 y del 1,5% en 2025.

Fuente: Revista El Economista

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