El Gobierno de Argentina ha desvelado hace escasas horas el monto del nuevo préstamo que negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI): 20.000 millones de dólares, según anunció el ministro de Economía (se venía hablando de un préstamo de entre 10.000 y 11.000 millones de dólares), Luis Caputo, durante una conferencia en Buenos Aires. El objetivo del acuerdo no es financiar gasto público ni cubrir desequilibrios estructurales, sino refinanciar deuda próxima a vencer, que actualmente paga intereses más altos, y fortalecer el balance del Banco Central. Se trata, según el Gobierno, de una maniobra clave para ganar sostenibilidad financiera en el mediano plazo.

De una forma sencilla y simplificada: Argentina quiere el dinero del FMI no para aumentar su deuda, sino para reestructurar la que ya tiene, es decir, lograr alargar los vencimientos y pagar menos intereses por ella para evitar dañar la economía más de lo necesario. Todo ello forma parte del plan Milei para reducir la deuda y abandonar el cepo cambiario.

“Es el monto que acordamos con el staff, que en definitiva el board decide si se aprueba o no. Es muy superior al monto que se viene escuchando“, explicó Caputo, quien además aseguró que había dialogado directamente con la directora del FMI, Kristalina Georgieva, para compartir la cifra. Horas después, el propio presidente Javier Milei respaldó a su ministro y descartó una devaluación una vez se firme el acuerdo: “Es irrelevante la discusión cambiaria”, afirmó en declaraciones a medios locales.

Cancelar vencimientos y reestructurar deuda

El nuevo préstamo serviría para cancelar vencimientos costosos y reemplazarlos por financiamiento en condiciones más favorables, con una amortización a 10 años y un período de gracia de cuatro años y medio, según el decreto que el Congreso argentino ya ha aprobado. Para Milei, este acuerdo tiene una “importancia estratégica” porque no solo permite aliviar el perfil de deuda, sino también sanear el Banco Central y preparar el terreno para levantar los controles cambiarios que aún pesan sobre la economía.

Puede parecer un tanto contradictorio que Javier Milei, que ha criticado con ferocidad en varias ocasiones el endeudamiento público, ahora esté negociando con el FMI un préstamo de varios miles de millones de dólares que supuestamente incrementará la deuda pública de Argentina. Sin embargo, detrás de estas negociaciones hay una razón más que lógica y una diferencia con veces pasadas. Hasta la fecha, siempre que Argentina había pedido ayuda al FMI era porque las finanzas del país se encontraban contra las cuerdas (sufría importantes déficits) y necesitaban financiar el déficit público del Estado. Es decir, Argentina contraía más deuda. Aunque el FMI entregaba el dinero a cambio de supuestas reformas y ajustes, dichos cambios nunca se producían de forma completa, lo que llevaba a Argentina a entrar un bucle (más deuda y vulnerabilidad) que habitualmente terminaba en default (impago de la deuda).

Hoy, la situación es casi la opuesta. En tan diferente que hasta parece incoherente. ¿Por qué un país que cosecha superávits necesita ayuda del FMI? El Gobierno de Argentina ha logrado un superávit fiscal histórico en 2024 (ha ingresado más de lo que ha gastado). Pero herencia recibida pesa y mucho. El dinero del FMI, esos dólares que está negociando el equipo de Milei con el fondo, no es para cubrir el déficit, son necesarios para sustituir deuda emitida en el pasado por Argentina con un vencimiento muy corto y unos tipos de interés muy altos. El dinero del FMI debería sustituir la deuda antigua por nueva deuda con unos tipos de interés ventajosos (mucho más bajos de lo que paga Argentina) y con unos vencimientos más largos. Es decir, el Gobierno de Javier Milei pretende sustituir los bonos que pagan intereses de doble dígito y que vencen a corto plazo por esa deuda del FMI. Sin la ayuda de este organismo internacional, el futuro de Argentina sería aún más incierto.

Desde el FMI, su portavoz Julie Kozack se limitó a señalar que las conversaciones están “muy avanzadas” y que el préstamo será “de tamaño considerable”, aunque evitó confirmar la cifra. Kozack también destacó que el nuevo programa buscará reforzar el marco macroeconómico y facilitar el acceso a otros préstamos de organismos multilaterales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Milei, quien asumió el poder a finales de 2023 con un programa de fuerte ajuste fiscal y liberalización económica, insiste en que estos fondos no implican un gasto nuevo. “El Tesoro Nacional va a recibir los fondos y los va a utilizar para cancelar deudas”, reiteró, subrayando que el objetivo es reducir el costo financiero total y fortalecer la hoja de balance del país. El plan para hacer sostenible las finanzas argentinas y seguir rebajando la inflación sigue en pie. En lo que a la inflación se refiere, el Gobierno de Milei ya ha logrado rebajarla desde el 25% mensual de diciembre de 2023 hasta el 2,4% actual.

Un colchón de 50.000 millones de dólares

El gobierno también estima que, con estos fondos y las reservas brutas ya existentes, el Banco Central alcanzaría un colchón de 50.000 millones de dólares. Esta cifra, señalan desde Economía, permitiría dar mayor estabilidad al tipo de cambio y frenar episodios especulativos (cuando se levante el cepo cambiario) como los registrados recientemente, cuando el Banco Central tuvo que intervenir ante el alza del dólar.

Pese a que los mercados recibieron el anuncio con cierto alivio, el ambiente político no está exento de tensiones. La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner criticó duramente el acuerdo y acusó a Caputo —quien también fue ministro en el gobierno de Mauricio Macri— de ser un “gastador serial de dólares ajenos”. El kirchnerismo, ahora principal fuerza opositora, ha advertido que no reconocerá esta deuda si regresa al poder.

Aun así, los indicadores económicos parecen respaldar el cambio de rumbo. Desde que asumió Milei, la inflación mensual se ha desacelerado, el dólar paralelo se ha estabilizado y el déficit fiscal primario se ha reducido con fuerza, lo que ha sido valorado positivamente por los inversores y por el propio FMI.

Con esta nueva etapa, el gobierno de Milei espera avanzar hacia un modelo de estabilización duradero, en el que el tipo de cambio deje de ser el termómetro de la incertidumbre y el crédito internacional vuelva a abrirse a tasas razonables. Mientras tanto, el FMI evalúa los detalles técnicos del programa, con la vista puesta en el directorio que deberá dar el visto bueno final.

En definitiva, el nuevo préstamo no busca alimentar el gasto, sino reordenar el esquema de vencimientos y costos financieros de una economía que ha estado en el centro de la tormenta durante más de una década. En palabras de Caputo, “no se trata de pedir más, sino de pagar mejor”.

Fuente: eleconomista.es

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