Con la inflación en un nivel mucho más controlable que hace un año, el riesgo país en caída libre y la economía empezando a despertar de una larga contracción, el Banco de Argentina ha visto la oportunidad para bajar los tipos de interés con intensidad y dar un estímulo extra a la economía del país. La terapia de shock de Javier Milei está funcionando mejor de lo esperado por el propio Gobierno, lo que está generando cierto margen (con el que no se contaba) para que la política monetaria impulse la naciente recuperación de la economía. El PIB creció un 3,9% trimestral en el tercer trimestre de 2024 y todo hace indicar que el cuarto trimestre va a ser también muy positivo. No obstante, la economía argentina tiene mucho margen para progresar tras décadas de recesión y estancamiento, por lo que esta ayuda extra del banco central podría ser muy bienvenida.
En un nuevo movimiento dentro de su estrategia económica, el Banco Central de Argentina ha recortado sus tipos de interés de referencia en 300 puntos básicos (hay que tener en cuenta que otros bancos centrales como el BCE se mueven en pasos de 25 puntos básicos, mucho más pequeños), situándola en 29%, una decisión que refleja la confianza de las autoridades en la desaceleración de la inflación. Según informó la entidad en un comunicado, la medida entrará en vigor este viernes y responde a una reducción en las expectativas inflacionarias, un factor clave para la estabilidad económica del país.
El recorte se produce en un contexto en el que el gobierno de Javier Milei ha decidido reducir la tasa de depreciación mensual del peso oficial del 2% al 1% a partir del 1 de febrero, una política conocida como crawling peg. Aunque algunos economistas advierten que esta medida podría mantener sobrevalorada a la moneda argentina, el objetivo es claro: seguir enfriando la inflación y dar señales de estabilidad a los mercados.
Para Leonardo Anzalone, economista y director del CEPEC en Buenos Aires, la decisión del Banco Central es una apuesta a que la inflación seguirá cediendo. Sin embargo, el experto advierte que la maniobra no está exenta de riesgos: “Si la inflación no baja al ritmo esperado, esto podría generar presión sobre el dólar y aumentar las expectativas de una devaluación”, señala en declaraciones recogidas por Bloomberg.
Desde la llegada de Milei al poder en diciembre de 2023, Argentina ha recortado su tasa de interés en nueve ocasiones, tras heredar un nivel de 133% en un intento por acompasar el coste del crédito con la evolución de los precios. En los primeros meses, esta política resultó altamente inusual: mientras en la mayoría de los países los bancos centrales suben las tasas para combatir la inflación, Argentina apostó por lo contrario. Sin embargo, con el paso del tiempo, la drástica desaceleración de los precios permitió que la tasa real se acercara a un terreno más neutral, según un reciente informe del Banco Central.
Una decisión esperada
El anuncio de la reducción de tasas se esperaba en la reunión del 16 de enero, poco después de que el Banco Central confirmara el menor ritmo de devaluación del peso. Sin embargo, en aquella ocasión las autoridades optaron por mantener la tasa sin cambios, sorprendiendo a los mercados. Finalmente, tras conocerse que la inflación interanual se moderó al 118% (cuando superaba el 200% hace pocos meses), el recorte de tasas fue aprobado.
Argentina sigue operando bajo estrictos controles de capital y cambiarios, lo que le permite ajustar gradualmente las tasas de interés sin que se dispare la volatilidad del peso. Sin embargo, Milei ha prometido levantar estos controles en algún momento de 2025, lo que obligará al Banco Central a ofrecer tasas más atractivas para evitar una corrida cambiaria.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que Argentina está negociando un nuevo programa de financiamiento, ha sido un firme defensor de mantener tipos de interés por encima de la inflación como estrategia para estabilizar la economía. No obstante, el gobierno de Milei ha optado por un camino diferente, confiando en que la combinación de recortes de tasas y estabilidad cambiaria permitirá continuar la desinflación sin generar sobresaltos en el mercado. El plan económico de Milei ha logrado en un año acabar con el déficit fiscal y transformarlo en superávit, algo que debería abrir las puertas a la nueva línea de crédito del FMI, lo que sin duda terminaría de apuntalar la sostenibilidad de la deuda argentina en el corto plazo.
La gran incógnita sigue siendo hasta qué punto la política de bajas de tipos podrá sostenerse en el tiempo. Si la inflación continúe su tendencia a la baja, el Banco Central tendrá margen para seguir ajustando el costo del crédito. Sin embargo, cualquier rebrote inflacionario o incertidumbre cambiaria podría obligar a dar marcha atrás y endurecer nuevamente la política monetaria.
Por ahora, Milei y su equipo parecen decididos a seguir desmontando la herencia de la administración anterior, apostando por una normalización gradual de la economía. Con cada recorte de tasas, el gobierno no solo busca aliviar la carga de los intereses, sino también dar una señal clara de que la inflación está bajo control. No obstante, en un país donde la estabilidad económica ha sido históricamente efímera, el desafío será mantener el rumbo sin que la desconfianza vuelva a hacer de las suyas.
Fuente: Revista El Economista