Alemania lleva ya un tiempo atrapada en un limbo de estancamiento y parálisis, volviéndose a convertir 20 años después en el ‘hombre enfermo’ de la economía europea. En 2024 su PIB se contrajo un 0,2% tras otro retroceso del 0,3% en 2023. Dos años de destrucción económica -algo que no ocurría desde hace dos décadas-, protagonizados por una industria en horas bajas, han provocado que el PIB per cápita se hunda hasta niveles de 2016. Aunque lo tentador sería hablar de maldición o hechizo, lo cierto es que el país ha sido víctima de los tiempos. Su exitoso modelo de exportaciones de alto valor añadido empezó a experimentar desgaste antes de la pandemia y ha saltado por los aires tras la misma en un mundo en el que los grandes cambios se han acelerado y tanto EEUU como China ya no ‘hacen prisioneros’.
El paso de China de cliente de excepción de Berlín a feroz competidor comercial (solo hay que mirar al mercado del automóvil) así como el fin de la ‘tarifa plana’ energética que tenía Alemania con el gas ruso (guerra en Ucrania mediante) han dejado tocada a la tradicional locomotora económica europea al sumir a su histórica industria en una crisis existencial con pocos precedentes. El desánimo se ha extendido por todas las capas de la economía y la sociedad, propulsando el cambio más fiscal que político (el poder se quedará en los dos grandes y tradicionales partidos).
Lo metaforizó perfectamente Friedrich Merz , líder de la CDU, tras ganar las elecciones federales del pasado 23 de febrero. “Faltan cinco minutos para la medianoche”, verbalizó serio tras sus gafas. La nueva administración de EEUU no quiere seguir pagando con los ojos cerrados la defensa de unos europeos más expuestos a Rusia que nunca y además amenaza con unos aranceles que pueden terminar de hacer trizas a la ‘joya de la corona’ de la doliente industria alemana, el automóvil. Por eso, la solución, al menos para salir del marasmo y devolver la confianza, pasa por abrir la cartera y gastar. Toda una “revolución cultural”, en palabras de Axel Botte, director de estrategias de mercado en Ostrum AM, después de décadas en las que Alemania ha sido el paradigma del ahorro y la inversión.
Desde Berlín ya han movido la primera pieza para intentar acabar con esta crisis existencial que condenaba al país al estancamiento: un gasto público sin precedentes en la historia para un país en el que el déficit es inconstitucional. Ahora los economistas y expertos evalúan si este ‘tsunami’ de gasto será capaz de reactivar el motor de la locomotora de Europa y hasta qué punto impulsará su crecimiento. Para empezar, hay que entender las dimensiones del plan que han pactado la CDU liderada por Merz y el SPD, con el beneplácito de Los Verdes, alcanzado este viernes. Este plan tiene dos patas fundamentales. Por un lado un gran plan de inversión de 500.000 millones de euros en infraestructura que se dividirá a lo largo de una década y en el que Los Verdes han ‘rascado’ 100.000 millones para el fondo de transición climática. Por otro lado, un aumento del gasto militar muy importante. La clave del pacto es que, para las inversiones en defensa, trae consigo una reforma del freno de la deuda, el límite constitucional que impuso Merkel en lo peor de la crisis del euro para que sea ilegal el déficit por encima del 0,35% del PIB.
Este límite impuesto en la Carta Magna ya ha sido evitado en ocasiones muy especiales. Durante el covid se puso en marcha un fondo de emergencia que no rendía cuentas al mandato constitucional. Por su parte se inició otro durante la guerra de Ucrania para el gasto en armar a este país y asumir el impacto de la desconexión energética germana del gas ruso. Un ejemplo de ello es el rescate de Uniper, el gigante energético que se quedó en una situación de quiebra técnica cuando los pedidos de Gazprom se detuvieron.
La gran diferencia es que ahora tanto ese megafondo de infraestructuras como cualquier gasto extra del PIB a partir del 1% ahora estará exenta del freno de deuda. Teniendo en cuenta que las estimaciones apuntan a un gasto militar acelerado que eleve el presupuesto de defensa del 1% al 3% o al 3,5% del PIB. Por su parte también han prometido relajar el control del freno de deuda a los Länder (sus autonomías), dando más margen para financiarse a través del déficit. Las dimensiones de estas medidas en conjunto suponen un gran cambio de paradigma para la política económica alemana.
Desde TS Lombard comenta que, solo teniendo en cuenta una estimación pesimista del aumento del gasto, estaríamos hablando de que este sería el mayor plan de gasto público de la historia de Alemania. Respecto al PIB, “supone casi el doble que la contribución del Plan Marshall a Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. Ahora, los expertos tienen diferentes opiniones respecto al impacto que este tendrá en un eventual despertar económico germano y los ecos que esto generará en todo el continente.
Así será el impacto del plan
El panorama económico de Alemania ha cambiado radicalmente en las últimas semanas. La economía germana, una vez más, podría estar haciendo de la necesidad virtud. Tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania dio una lección de cómo un país devastado y arruinado podía convertirse en la primera potencia europea en cuestión de unas pocas décadas. Ahora, cuando parecía que su modelo estaba herido de muerte, Alemania busca tirar del gasto público (gracias a su baja deuda) para prender la mecha del crecimiento y ver en qué acaba todo esto. La combinación de un giro político sin precedentes y un paquete de gasto público sin igual ha llevado a JP Morgan a elevar su previsión de crecimiento para 2026 desde el 0,4% hasta el 1,5%. La clave de este cambio reside en una serie de reformas fiscales y un fuerte impulso a la inversión pública.
El instituto ifW de Kiel, que elabora uno de los grandes indicadores de previsiones de PIB para Alemania, ha comentado este mismo miércoles que también eleva las previsiones. Según el instituto el PIB del próximo año probablemente aumentará un 1,5%, frente al pronóstico de diciembre del 0,9%. “En nuestra proyección para el próximo año, tenemos en cuenta que los planes acordados en las conversaciones exploratorias entre los conservadores y el SPD ya se implementarán parcialmente y que la política fiscal adoptará una dirección significativamente más expansiva”.
Según el informe de JP Morgan publicado esta misma semana, el nuevo rumbo económico de Alemania está marcado por la creación del citado fondo de infraestructura de 500.000 millones de euros que se distribuirá en un período de 12 años (Los Verdes han sumado dos años a lo pactado inicialmente por CDU y SPD). “Simplemente dividiendo los 500.000 millones de euros por 10 da 50.000 millones al año, lo que equivale al 1,2% del PIB de 2024. Eso puede gastarse además de lo que permite el freno de deuda. Parte de los 500.000 millones se erosionarán con la inflación, pero el tamaño sigue siendo significativo. Y el objetivo político importa: arreglar todo lo que actualmente no funciona bien. Eso incluye ferrocarriles, escuelas, red eléctrica, infraestructura digital, etc.”. Además, el gasto se distribuirá en 400.000 millones para el nivel federal y 100.000 millones para el nivel estatal y local, lo que facilitará que las inversiones se realicen rápidamente.
Otro elemento crucial del plan es la exención del gasto en defensa del freno de deuda. “Cualquier gasto en defensa que supere el 1% del PIB no contará para el cálculo del freno de deuda. Se realizarán esfuerzos para adelantar la adquisición de equipos militares y simplificar los procesos de planificación y adquisición”. En este contexto, si Alemania aumenta su gasto en defensa desde el 2% actual hasta el 3,5% del PIB, esto generaría un incremento del espacio fiscal del 2,5% del PIB.
El informe también destaca la referida relajación del límite del déficit para gobiernos estatales y locales. “Actualmente, el presupuesto federal está sujeto a un límite de déficit estructural del 0,35%, mientras que los estados y gobiernos locales deben mantener un presupuesto equilibrado en todo momento. Esto se está flexibilizando, otorgando a los estados y municipios el mismo margen del 0,35%. Eso lleva el déficit estructural total permitido para el gobierno general al 0,7% del PIB”.
Estas reformas podrían transformar la economía alemana al aumentar el espacio fiscal para gastar e invertir, algo totalmente novedoso en una Alemania que ha estado dominada durante décadas por una ideología socioeconómica denominada como ‘ordoliberalistmo’, que tiene como gran pilar el equilibrio fiscal o incluso el superávit fiscal crónico. “Estos cambios aumentarían drásticamente el espacio fiscal de Alemania. Esto se compondría de una nueva asignación estructural del 0,7%, 1,2% del Fondo de Infraestructura (si los 500.000 millones de euros se distribuyen uniformemente en diez años) y 2,5% para defensa. Además, actualmente también hay una asignación de déficit cíclico de posiblemente 1% del PIB este año”.
El cambio de enfoque ha sido impulsado por la presión política interna y externa, especialmente tras eventos como la Conferencia de Seguridad de Múnich. “Los recientes eventos en la Conferencia de Seguridad de Múnich y en la Casa Blanca han tenido un impacto enorme en la mentalidad del Merz, quien hasta hace poco seguía convencido de que todos los desafíos de Alemania podían abordarse con el freno de deuda existente. Pero lo que se propuso esta semana superó incluso las propuestas de reforma del freno de deuda del SPD y Los Verdes”.
El informe también resalta la importancia del cambio de actitud en la política alemana. “Es altamente simbólico que Merz haya utilizado la frase de Mario Draghi, expresidente del BCE, ‘whatever it takes’ y lo haya hecho con intención. Más allá del impacto en la relajación fiscal, esta repentina actitud de ‘se puede hacer’ probablemente eleve el sentimiento y atraiga inversión del sector privado, incluso antes de que el gasto fiscal comience a aumentar”.
El ‘efecto multiplicador’
Desde TS Lombard, por su parte, son realmente optimistas, al menos con el impacto inicial. Davide Oneglia, economista de la firma cree que habrá un multiplicador directo, en resumen, cada euro de dinero público de este plan “se traduce en un euro de PIB para Alemania”. En ese sentido considera que esto tendrá un impacto para la zona euro de un repunte de entre 0,2 y 0,3 puntos porcentuales en la economía comunitaria. Por su parte señalan que esto puede matizarse “en función de la reacción que haya en el BCE”. Un banco central más flexible podría incluso mejorar el multiplicador.
En resumen, la firma considera que el impacto en 2025 debería ser modesto añadiendo 0,5 puntos porcentuales para este ejercicio. Sin embargo, el auténtico impacto llegaría en 2026, cuando sume cerca de 1 punto porcentual de una sola tacada. Oneglia considera que esta política puede ser especialmente sensible en una Alemania actual, que cumpliría con los principales requisitos teóricos para que una inyección de gasto público pueda tener un gran impacto.
En primer lugar “la sólida posición fiscal” pues “con un ratio deuda/PIB” del 60% se trata de uno de los países desarrollados más fuertes fiscalmente y no afectará desde el punto de vista crediticio”. Desde algunas agencias de Ratings como Scope ya se han pronunciado al respecto. La firma estima que “aunque esto hará que la trayectoria de endeudamiento se aceleré, el impacto tardará años en materializarse, esperamos que la deuda aumente al 3,7% al año (hasta el 73% del PIB en 2029) con este plan” e “incluso con un escenario de tensión la situación de Alemania la deuda se mantendrá por debajo de 2010 y muy por debajo de otras grandes economías”.
Por su parte, señalan desde TS Lombard que si bien esperan que el BCE genere un entorno de flexibilización adecuado con nuevas subidas de tipos y que la tensión económica de los últimos años haya generado “mucha holgura”, la otra clave es el multiplicador regional. “Si bien el gasto del gobierno es clave, el gasto de los gobiernos locales (landers) ha sido el más afectado por el freno de deuda durante décadas, una relajación a estas instituciones puede generar un gran impulso y un gran efecto multiplicador”.
ifW (Instituto de Kiel): “Un aumento temporal del gasto militar del 1% del PIB podría aumentar la productividad a largo plazo”
En cualquier caso, volviendo al gasto desde Berlín, el impacto será muy diferente entre el gasto militar y el de infraestructuras. Desde Scope consideran que este último tendrá un gran impacto positivo. “Las prioridades actuales de inversión en redes ferroviarias y viales deberían acelerar la implementación y beneficiar a la economía en general”. Sin embargo en defensa “el impacto será probablemente menor y dependerá en buena medida de la capacidad para que estos fondos puedan destinarse a producción nacional y no se gaste en importaciones extranjeras, como compras de armamento a EEUU”.
Los estrategas de TS Lombard coinciden en que el gasto en infraestructura será el más potente y claro con un multiplicador 1-1 (un euro gastado suma un euro al PIB). Sin embargo, también son muy optimistas con el aumento del gasto militar: “Existen muy buenas razones para pensar que pueda darse un multiplicar directo también en defensa”, pues esperan que buena parte se dedique más a tecnología militar más que a la compra de modelos que ya existen, al menos en el caso de Alemania.
En el Instituto de Kiel comentan lo mismo en su último informe alegando que el el caso de Alemania la gran ventaja del gasto extra militar es que ayudará a uno de sus grandes problemas, la productividad. “Un aumento temporal del gasto militar del 1% del PIB podría aumentar la productividad a largo plazo en un 0,25 tanto mediante el aprendizaje práctico como mediante la I+D”. En cualquier caso Oneglia deja claro que estas estimaciones se basan en una visión a largo plazo “a corto plazo si es probable que buena parte de este gasto extra fluya hacia EEUU, por lo que el impacto será limitado”.
No es oro todo lo que reluce
Pero no todo es efusividad por este ambicioso plan de inversiones y, hay cierto escepticismo entre los analistas. Entre muchos de ellos circula el temor a que estas inversiones acaben en lo que en los países anglosajones se conoce como pork barrel (barril de carne de cerdo). Se trata de una expresión que se usa para hablar del gasto político banal destinado a contentar a potenciales votantes más que a arreglar problemas estructurales.
“Los Verdes insistían en que el vehículo extrapresupuestario de 500.000 millones de euros para infraestructuras debería definirse de forma más restringida. Actualmente, tal como está diseñado, el gobierno puede transferirle todo tipo de gastos. Es un auténtico fondo para sobornos“, se muestra contundente el reconocido analista Wolfgang Münchau en el boletín diario Eurointelligence.
También hay un sesgo bastante crítico entre los economistas de Commerzbank, importante banco del país. “En los próximos diez años, las fuerzas armadas alemanas, apenas operativas, y la deteriorada infraestructura pública recibirán la enorme suma de más de un billón de euros. El gobierno debería financiar estas tareas esenciales no con nueva deuda, sino recortando el gasto o subiendo los impuestos. La inversión en armamento e infraestructura se haría entonces a expensas del consumo público o privado. Sin embargo, los políticos alemanes se muestran reacios a priorizar el gasto. Prefieren mantener la ilusión de que es posible invertir más en armamento e infraestructura sin recortar el gasto en otras áreas. Por eso quieren financiar ambos casi en su totalidad a crédito”, escribe su analista Jörg Krämer.
Bundesbank: “El gasto no solucionará el problema de un crecimiento débil de Alemania a medio y largo plazo”
Desde Commerzbank lo intentan explicar de forma sencilla: si el gobierno no quiere comprar todas las armas en EEUU, tiene que comprar muchas en Alemania o en otros países europeos. Esto es aún más cierto para la renovación de escuelas, carreteras y puentes. Pero entonces, un aumento de la demanda financiado con deuda afectaría a las economías que ya operan a plena capacidad. Esto se debe a que, a pesar de la debilidad de la economía, la mano de obra cualificada sigue siendo escasa y se prevé que en los próximos años la población en edad laboral disminuya significativamente. “Si, en esta situación, las empresas de defensa y construcción exigen un aumento masivo de trabajadores, la mano de obra escaseará aún más, los salarios y precios subirán, y la inflación se disparará. Dado que ambos sectores se verán inundados de contratos públicos en los próximos años y podrán pagar salarios altos, atraerán a los trabajadores que necesitan de otros sectores, que entonces podrán producir menos bienes”, advierte Krämer.
Por su parte, desde el Bundesbank lanzaron una clara advertencia. Joachim Nagel, presidente de la institución señalaba que si bien es necesario tomar “medidas excepcionales” como estos grandes planes de inversión, la realidad es que “el gasto no solucionará el problema de un crecimiento débil de Alemania a medio y largo plazo”. Nagel insistía en que haría falta una seria de reformas estructurales que afecten a la demografía, energía y productividad.
Coinciden desde Scope Ratings. En su último informe hablan de que serían necesarias muchas más reformas. “Otras medidas estructurales siguen siendo esenciales para abordar los altos precios de la energía, reducir la burocracia, las reformas del mercado laboral para aumentar la tasa de participación, los controles de inmigración que no perjudiquen el atractivo de Alemania para los inmigrantes cualificados, y la reforma fiscal para fomentar la inversión empresarial”.
Sin embargo la firma concluye que esto pone una piedra en el camino adecuado: “El acuerdo reduce la presión sobre los socios de coalición para ajustar las prioridades de gasto presupuestario con el fin de apoyar la sostenibilidad de la deuda a largo plazo y abordar las presiones estructurales, como las reformas de pensiones. También disuade a la próxima Administración de incorporar de manera permanente un gasto militar más alto dentro del presupuesto habitual”.
Fuente: Revista El Economista