‘Dios le da pan a quien no tiene dientes’. Este refrán que se emplea con ironía para aludir a quien no puede aprovechar las riquezas o los beneficios que recibe se puede aplicar parcialmente a un país europeo que se siente un tanto incómodo por haber recibido miles de millones de euros de una gran multinacional, en un momento en el que sus finanzas públicas ya gozaban de gran salud. Mientras que buena parte de los países del Viejo Continente estarían encantados de recibir esta lluvia de millones, que les permitiera ampliar su gasto público sin incrementar el déficit (o al menos reducir el déficit con esos millones), esta ‘lotería’ le ha tocado a uno de los países más liberales de Europa (en lo económico… porque en lo social son un tanto conservadores) y con menor gasto público de todo el continente. Ahora, este país tiene un curioso problema: además de no sentirse muy cómodo recibiendo este dinero, no tiene muy claro qué hacer con él.

Este país ya era uno de los pocos países que presentaba un equilibrio fiscal o un superávit en Europa, pero ahora va a destacar por encima de todos logrando amasar una cantidad de dinero histórica: Irlanda cerrará este año con un superávit fiscal de récord, cuando su deuda pública es del 42% del PIB. Por si esto fuera poco, la economía de Irlanda ha retomado el crecimiento con gran intensidad en el último trimestre, anotándose un avance del 2% intertrimestral (más del doble de lo que crece España, la locomotora europea). Es cierto que viene de una caída, pero el avance trimestre a trimestre ha sido impresionante. Tal es la situación, que la célebre revista The Economist ha publicado un artículo titulado: ‘Ireland’s government has an unusual problem: too much money‘ (el Gobierno de Irlanda tiene un problema inusual: demasiado dinero).

En septiembre, el Tribunal de Justicia Europeo dictó un veredicto en una larga batalla legal sobre si Apple se había beneficiado de lagunas injustas (y ahora cerradas) en el código tributario de Irlanda. La disputa legal comenzó en 2016, cuando la Comisión Europea dictaminó que Irlanda había otorgado a Apple ventajas fiscales ilegales. Irlanda y Apple impugnaron la reclamación y, como Irlanda estaba obligada a recuperar la ayuda estatal a pesar del litigio, la cantidad en cuestión ha estado en una cuenta de depósito en garantía desde 2018. El valor del fondo de depósito en garantía era del orden de 14.100 millones de euros el 9 de septiembre, unos 13.000 millones de euros, más de 1.000 millones de euros en intereses, una cantidad equivalente al 4,8% del ingreso nacional anual del país. Para sorpresa de otros gobiernos con problemas de liquidez, las autoridades irlandesas se pusieron del lado de Apple en sus batallas con los tribunales europeos, argumentando que la empresa no había hecho nada malo. El Gobierno de Irlanda no quería ese dinero que al final va a recibir.

Con todo, se espera que el superávit del gobierno general se sitúe en más de 25.000 millones de euros en 2024, frente a un pronóstico de abril de 8.600 millones debido en gran medida a los fondos fiscales de Apple, dijo el ministro de Finanzas, Jack Chambers, en una conferencia de prensa. Todo ello en un país con una tasa de paro del 4%, que se encuentra en plena recuperación económica y donde las oportunidades de inversión para el estado son limitadas, puesto que el Gobierno de Irlanda suele adoptar políticas no intervencionistas, dejando que sea el sector privado que el tome las grandes decisiones de inversión en la economía. Un país liberal y que no le gusta el gasto público, tiene miles de millones de euros para gastar. Como dice el refranero español, ‘Dios le da pan a quien no tiene dientes’.

Muchos países de Europa ‘matarían’ por esa lluvia de millones

Los desequilibrios fiscales se han convertido en la regla, en lugar de la excepción, en toda Europa. La teoría keynesiana aboga por incurrir en déficits fiscales, de forma excepcional, cuando la economía está en recesión en un intento por estimular la demanda y que rueda del dinero y la economía vuelvan a girar. Sin embargo, en el Viejo Continente, el déficit fiscal se ha convertido en una herramienta omnipresente que está generando importantes problemas de deuda. Esta ‘nueva normalidad’ fiscal hace que lo contrario (países en equilibrio o con superávit) se convierta en noticia, como es el caso de la pequeña Irlanda, que va a acumular un mastodóntico superávit (para el tamaño de su economía)

Desde The Economist destacan que Irlanda se enfrenta a un problema muy diferente: “El gobierno tiene tanto dinero en efectivo que no sabe muy bien qué hacer con él”, aseguran desde el semanario británico. Irlanda presentará este año un superávit presupuestario del 8% del ingreso nacional bruto (INB) modificado en 2024 (este es un indicador que se usa en Irlanda porque el PIB queda distorsionado por los beneficios e inversión de las empresas multinacionales). En un principio el superávit iba a ser de alrededor del 3%, pero el pago de una ‘factura fiscal’ de 14.000 millones de euros lo ha cambiado todo.

“El sólido desempeño presupuestario de Irlanda y su prudente regla fiscal contribuyeron a que en mayo de 2024 mejoráramos su calificación soberana a ‘AA’/Estable, cuando destacamos su posición fiscal excepcionalmente sólida en relación con sus pares. El déficit presupuestario medio previsto actualmente para 2024 en la categoría “AA” es del 2,3% del PIB y, entre los países de la eurozona, solo otros dos países (Chipre y Portugal) tienen superávits”, señalan desde la agencia Fitch recalcando el caso de Irlanda es prácticamente único en la zona euro.

Desde la agencia Fitch también se hacen eco del curioso problema al que se enfrenta el Gobierno de Irlanda. Este país es uno de los países más liberales del mundo, en términos económicos, y el más liberal de la eurozona, según el Indexo of Economic Freedom. La apuesta de los gobiernos irlandeses por un gasto público controlado que no incentive desequilibrios y burbujas en una economía volátil impide que puedan poner todo este dinero a circular como harían otros países de Europa. “Irlanda cuenta con un marco fiscal interno prudente diseñado para mitigar los riesgos derivados de los grandes y altamente concentrados ingresos extraordinarios del impuesto de sociedades. El gobierno pretende limitar el crecimiento nominal del gasto básico al 5% a medio plazo (basándose en estimaciones de crecimiento de tendencia del 3% y un supuesto de estabilidad de precios del 2%) y los ingresos extraordinarios del impuesto de sociedades se ahorrarán en el Fondo Future Ireland y el Fondo de Infraestructura, Clima y Naturaleza“, explican desde la agencia Fitch.

El gobierno aún no ha dicho cómo pretende utilizar la cantidad de 14.000 millones de euros. Existe presión política para aumentar el gasto presupuestario básico, de modo que una parte se destinará a la construcción de vivienda para reducir la tensión que sufre el mercado. “Sin embargo, esto podría sumarse al crecimiento del gasto corriente, que es de casi el 10% en lo que va de año, muy por encima del límite del 5%. Un exceso de gasto persistente podría erosionar la credibilidad del marco fiscal”, explican desde Fitch.

El ministro de Finanzas, Jack Chambers, ha dicho que la decisión del TJUE “no afectará a los parámetros ya establecidos” para el presupuesto de 2025. También ha señalado que es “imperativo” no utilizar la inyección de efectivo “para gastos diarios o para reducir la base impositiva”. De modo que todavía no está muy claro cómo se usará ese dinero. Una parte podría ir destinado directamente a reducir la deuda pública, aunque se encontraría con algunos, puesto que ya de por sí es muy baja y seguir reduciéndola puede afectar al funcionamiento del sistema financiero del país que necesita los bonos soberanos como ‘ficha de cambio’ (colateral) para multitud de operaciones.

La deuda no para de bajar

“Los bajos y decrecientes ratios de deuda de Irlanda, los superávits presupuestarios y la prudente gestión de la deuda significan que el objetivo total de endeudamiento de la Oficina de Gestión de la Deuda para 2024 es de poco más de 6.000 millones de euros y Fitch cree que el margen para utilizar los 14.000 millones de euros para reducir la deuda pública es limitado. Las necesidades de refinanciación a medio plazo se encuentran entre las más bajas de la eurozona, con un 35% de la deuda pendiente con vencimiento en los próximos cinco años, en comparación con la media de la eurozona del 47%”, explican desde la agencia de rating.

Otro problema que comentan desde The Economist es la fuerte recuperación de la economía. Gastar ese dinero sería como echarle más gasolina a un fuego muy vivo. La economía irlandesa está yendo excepcionalmente bien. Se espera que el ingreso nacional bruto modificado, que tiene en cuenta las distorsiones creadas por el elevado número de empresas multinacionales con sede en el país, crezca un 4,9% este año y un 2,7% en 2025. El desempleo es de sólo el 4,3%. La inflación ha caído por debajo del 2%. La posición fiscal del gobierno ya parecía sólida antes de la crisis relacionada con Apple. Tuvo un superávit en 2022 y 2023, y esperaba otro este año. Los ministros ahora predicen un superávit equivalente al 7,5% del ingreso nacional este año y al 2,9% en 2025, incluso después de aumentar el gasto y reducir los impuestos.

Irlanda ha ofrecido tipos impositivos corporativos competitivos para atraer a las empresas extranjeras desde la década de 1950. Incluso cuando las prestaciones sociales se redujeron drásticamente y otros impuestos aumentaron durante la crisis del euro a principios de la década de 2010, el impuesto de sociedades se mantuvo en un generoso 12,5%. La estrategia ha cosechado grandes frutos en los últimos años.

Con todo, Irlanda se ha convertido en el país más rico de Europa tras años de atraer inversión extranjera directa con esos bajos impuestos, una contabilidad nacional inflada (todo hay que decirlo) una gran apuesta por mejorar la educación y la implementación de reformas (algunas de ellas ligadas con la austeridad). Este giro de 180 grados se puede observar a través de las publicaciones de la propia The Economist: en enero de 1988 esta revista publicaba un artículo sobre Irlanda titulado ‘Los más pobres de los ricos’, junto con una encuesta sobre Irlanda y una foto de una joven mendigando en la calle. Estos titulares fueron mutando hasta que en los 2000 ya se podían leer algunos como ‘El milagro irlandés’ o ‘La suerte de los irlandeses’, hasta llegar a este último publicada la semana pasada: ‘El Gobierno de Irlanda tiene un problema inusual: demasiado dinero’. El milagro continúa muy vivo.

En 2015, los ingresos por impuestos corporativos fueron de 7.000 millones de euros. El año pasado, alcanzaron los 24.000 millones. Y el Ministerio de Finanzas espera que aumenten a 30.000 millones de euros anuales a finales de la década de 2020. El gobierno acordó en 2021 aumentar la tasa del impuesto corporativo, como parte de un acuerdo que involucra a más de 140 países para establecer un mínimo global. Pero el aumento es modesto: la nueva tasa, que entró en vigencia este año para las grandes empresas, es del 15%.

De este modo, el aumento de los ingresos fiscales en Irlanda tiene dos explicaciones principales, según los expertos. A mediados de la década de 2010, algunas de las empresas tecnológicas más grandes de Estados Unidos reorganizaron sus acuerdos fiscales después de las críticas de los gobiernos europeos sobre el uso de lagunas legales. Presionadas para trasladar los beneficios declarados a países donde tenían operaciones importantes, en lugar de una oficina formal con pocos empleados, muchas eligieron Irlanda. La decisión de Reino Unido de abandonar la UE en 2016 aumentó el atractivo del país para las empresas estadounidenses, ya que Irlanda se convirtió en el único miembro anglófono del mercado único.

Los responsables políticos irlandeses son conscientes de que la base impositiva es estrecha y abundante a la vez. En 2022, solo diez empresas representaron tres quintas partes de los ingresos del impuesto de sociedades. Además, el impuesto de sociedades ascendió al 27% de todos los ingresos ese año, más del doble de la media de la OCDE. Reconociendo esta vulnerabilidad, el gobierno irlandés pretende tratar los beneficios extraordinarios de Apple de la misma manera que Noruega trató los ingresos del petróleo del Mar del Norte: creará un fondo soberano de riqueza. Se están creando dos fondos separados. Los ministros esperan que su valor combinado alcance los 100.000 millones de euros en 2040, momento en el que comenzarán a gastar los ingresos generados.

No obstante, a corto plazo, el problema al que se enfrentan las autoridades irlandesas es la falta de margen de maniobra en la economía (el riesgo de que se generen desequilibrios acecha a Irlanda). El Banco Central Europeo seguirá reduciendo los tipos de interés, en respuesta a las sombrías condiciones en otras partes del continente. El mercado laboral de Irlanda sufre una acuciante escasez de trabajadores. De modo que cualquier medida adicional del gobierno para reducir los impuestos o aumentar el gasto probablemente impulse la inflación. Resulta curioso que mientras que más de media Europa se enfrenta a la desaceleración de la economía y el fantasma de la deuda pública, en Irlanda el problema sea el exceso de crecimiento y la ‘caída del cielo’ de miles de millones de euros.

Fuente: Revista El Economista 

Comparte: