Pese a que su sabor es parte entrañable de la repostería tradicional, poco se sabe sobre las propiedades que el membrillo puede ofrecer en su versión fresca.
Más allá del dulce de membrillo que suele aparecer en meriendas y postres, esta fruta de apariencia tosca y textura firme contiene compuestos bioactivos que resultan especialmente beneficiosos para el sistema digestivo.
Comerlo fresco, aunque menos habitual, puede marcar la diferencia para quienes enfrentan problemas gastrointestinales, metabólicos o buscan mejorar su salud con opciones naturales.
¿Qué beneficios trae comer membrillo?

Numerosos estudios, entre ellos varios publicados por los Institutos Nacionales de Salud (NIH), documentaron los efectos antioxidantes, antibacterianos, antifúngicos, antiinflamatorios, diuréticos e hipoglucemiantes del membrillo. A estos se suma un listado cada vez más amplio de propiedades vinculadas directamente con su contenido en pectina, mucílagos, taninos y otros compuestos funcionales que se concentran especialmente cuando la fruta se consume cruda o mínimamente cocida.
Desde el punto de vista digestivo, destaca por su capacidad para regular el tránsito intestinal, combatir la diarrea, aliviar el estreñimiento y proteger la mucosa gástrica. Pero su impacto va más allá del estómago: influye positivamente en el metabolismo de la glucosa, ayuda a reducir el colesterol LDL y aporta un refuerzo natural al sistema inmunológico gracias a su contenido de vitamina C y antioxidantes como flavonoides y compuestos fenólicos.
Desde el punto de vista digestivo, destaca por su capacidad para regular el tránsito intestinal, combatir la diarrea, aliviar el estreñimiento y proteger la mucosa gástrica. Pero su impacto va más allá del estómago: influye positivamente en el metabolismo de la glucosa, ayuda a reducir el colesterol LDL y aporta un refuerzo natural al sistema inmunológico gracias a su contenido de vitamina C y antioxidantes como flavonoides y compuestos fenólicos.
Fuente: INFOBAE