En la vasta geografía sudamericana, un pequeño país está destacando sobre todos los demás por su elevadísimo crecimiento económico. Este boom de la actividad no es cosa de un día. Ya van seis años de crecimiento espectacular y cinco en los que el PIB avanza a doble dígito. Las previsiones aseguran que las cifras estelares se mantendrán en todo el horizonte visible (hasta donde llegan las previsiones). Este territorio, antaño conocido por sus densas selvas y ríos caudalosos, ha encontrado en el petróleo una fuente inagotable de prosperidad. Tal está siendo el boom de la actividad, que su crecimiento económico reciente no solo es notable, sino que está eclipsando los famosos “milagros económicos” de naciones como China, Corea del Sur o Singapur en sus épocas de auge. ¿Dónde está el truco? El petróleo tiene la respuesta.
Según el último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Guyana ha experimentado el mayor crecimiento del PIB real en el mundo, con una tasa promedio registrada del 47% entre 2022 y 2024. Este impresionante ascenso se atribuye a la rápida expansión de la producción petrolera, pero también a un robusto desempeño del sector no petrolero y una inversión pública en infraestructura a gran escala.
Para contextualizar este fenómeno, es útil recordar las experiencias de China y Singapur durante sus fases de crecimiento acelerado en las décadas de 1970 y 1980. China, tras las reformas económicas iniciadas a finales de los años setenta, registró tasas de crecimiento anual del PIB que oscilaron entre el 6% y el 9% en la década de 1980. Por su parte, Singapur, desde su independencia en 1965, mantuvo un crecimiento económico sostenido, con tasas que variaron entre el 7% y el 9% anual en las décadas de 1970 y 1980.
Comparativamente, el ritmo de crecimiento de Guyana es asombroso. Este país ha multiplicado su renta per cápita por cinco en solo seis años. Mientras que los países asiáticos les llevó mucho más tiempo. Si la comparación se realiza en PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo, la diferencia es aún mayor (según este indicador que elimina la distorsión que generan los precios de cada país, el PIB per cápita de Guyana ya rondaría los 80.000 dólares, algo que parece bastante exagerado). Es justo señalar que detrás de esta historia de éxito está las grandes cantidades de petróleo que albergan las aguas de Guyana (unos 11.000 millones de barriles de crudo recuperables) y la distorsión que genera en el PIB, probablemente algo similar a los que sucede con el caso de Irlanda. Además, China, Singapur o Corea del Sur no contaron con esta especie de ‘lotería’ petrolera ni con nada parecido.
El gran reto de Guyana
Pese a todo, los grandes milagros económicos protagonizados por estos países asiáticos podrían quedar empequeñecidos ante lo que está viviendo Guyana. No obstante, queda lo más difícil para el país caribeño para lograr un auténtico milagro: mantener estas tasas de PIB más de una década. El FMI proyecta que, en 2025, el PIB real de Guyana alrededor de un 14%. Aunque se espera que la inflación aumente ligeramente, los precios subirán a unos niveles asequibles para una economía que presenta unas tasas de crecimiento tan espectaculares. Se espera que el IPC sea del 4% para finales de 2025. Estos niveles de inflación no distan demasiado de los que presentan hoy los países desarrollados con unas economías mucho menos dinámicas.
Este crecimiento no es efímero. Las perspectivas a medio plazo de Guyana permanecen muy favorables, con riesgos equilibrados. Se espera que la economía crezca en promedio un 14% anual durante los próximos cinco años, impulsada por una robusta producción petrolera y una creciente participación del sector no petrolero. Se proyecta que el PIB no petrolero se expanda en promedio alrededor de un 6,75% anual.
Este auge económico ha llevado al FMI a elogiar el compromiso de las autoridades de Guyana para mantener la estabilidad macroeconómica, asegurar la sostenibilidad fiscal y fomentar un crecimiento inclusivo. El FMI destaca que las políticas sociales y de transferencias (distribución de la renta) implementadas en los últimos años han incrementado los ingresos disponibles y reducido la tasa de pobreza.
La inversión pública ha sido un pilar fundamental en esta transformación. La Asamblea Nacional de Guyana aprobó un presupuesto histórico para 2024 que supera los 5.400 millones de dólares, destinado a mejorar la infraestructura y la calidad de vida de sus poco más de 800.000 ciudadanos.
Algunos riesgos en Guyana
Sin embargo, este crecimiento vertiginoso no está exento de desafíos. El FMI señala que, aunque no hay signos claros de sobrecalentamiento, es esencial mejorar el control de los factores y eventos macroeconómicos y responder proactivamente con políticas más estrictas o restrictivas para garantizar que la economía esquive el sobrecalentamiento y mantenga una trayectoria de expansión equilibrada.
Además, la volatilidad de los precios de las materias primas en un entorno global altamente incierto y los choques climáticos podrían afectar negativamente la inflación y alterar las perspectivas macroeconómicas. Por ello, es crucial que Guyana fortalezca su marco macroprudencial para responder eficazmente a posibles shocks que puedan afectar la estabilidad financiera.
Pero no todos los riesgos son negativos. El FMI admite que también hay riesgos positivos, es decir, que puede que sus previsiones de crecimiento incluso se queden cortas: “Por el lado positivo, nuevos descubrimientos de petróleo e inversiones que mejoren la productividad, incluso para fortalecer la resiliencia energética, reforzarían aún más las perspectivas económicas de Guyana”, aseguran.
A pesar de estos retos, Guyana se ha posicionado como un pionero global en políticas climáticas, monetizando la conservación forestal y mejorando su matriz energética, lo que fortalece la resiliencia macroeconómica frente al cambio climático.
Con todo, el meteórico ascenso económico de Guyana, impulsado por el petróleo y respaldado por políticas públicas sólidas, representa un fenómeno sin precedentes en la historia económica reciente. Su capacidad para superar los logros de economías como China y Singapur en sus fases de mayor crecimiento es un testimonio del potencial que yace en las naciones emergentes cuando se combinan recursos naturales con una gestión estratégica y visionaria.
Fuente: Revista El Economista