En el corazón de la provincia de Juzestán, al suroeste de Irán, se extiende el majestuoso yacimiento petrolífero de Ahvaz, una joya energética que ha sido pilar fundamental de la economía iraní desde su descubrimiento en 1953 y que ha ‘alimentado’ en términos económicos a varias generaciones de este país. Este coloso subterráneo, considerado el mayor campo petrolífero de Irán y el tercero más grande del mundo (detrás del de Gawhar y el de Burgan en Kuwait), posee reservas probadas estimadas en 65.000 millones de barriles de crudo, representando aproximadamente el 23% de las reservas totales del país. Este yacimiento de petróleo y su producción se ha convertido en un pilar de la economía de Irán, un país con 90 millones de habitantes y que consume cada día 1,8 millones de barriles de crudo. Ahvaz es el orgullo de la industria petrolera y de la sociedad iraní, el yacimiento que puso las primeras piedras del que ha llegado a ser durante mucho tiempo el cuarto mayor productor de crudo del mundo y el tercer país con las mayores reservas probadas de petróleo. Ahora, la geopolítica podría poner en peligro a este gran yacimiento y a toda la industria petrolera de Irán, que está viendo cómo EEUU impone sanciones que incluso podrían erosionar el crudo que va directo a China.

La producción en Ahvaz comenzó en 1954, y desde entonces, más de 600 pozos han sido perforados en su vasta extensión de 67 kilómetros de largo por 6 kilómetros de ancho. Actualmente, el yacimiento mantiene una producción diaria de alrededor de 750.000 barriles de petróleo, lo que constituye cerca del 20% de la producción nacional de Irán. El país produce 3,3 millones de barriles de crudo por día, aunque tiene potencial para bombear más de cuatro millones. Sin embargo, si las nuevas sanciones funcionan bien, los expertos creen que la producción podría caer por debajo de los 2,8 millones de barriles diarios, viendo su producción mermada grandes yacimientos como el de Ahvaz.

Geológicamente, el campo de Ahvaz se encuentra en la prolífica cuenca de Zagros, una región conocida por su abundancia en hidrocarburos. Las principales formaciones productoras del yacimiento son la Asmari y la Bangestan, que datan del Oligoceno-Mioceno y el Cretácico, respectivamente. Estas formaciones han sido objeto de intensos estudios debido a su complejidad estructural y riqueza en recursos. Irán es el tercer país con más reservas de petróleo en el mundo, con unos 157.000 millones de barriles, pero los problemas de su geología, las crisis económicas y las sanciones han impedido que los persas desaten todo su potencial petrolero.

Un yacimiento que puede quedar ‘taponado’

Un buen ejemplo es la reciente reactivación de la política de “máxima presión” por parte de Estados Unidos, bajo la administración del presidente Donald Trump, que ha impuesto nuevas sanciones económicas dirigidas a reducir a cero las exportaciones petroleras iraníes. Estas medidas buscan limitar la capacidad de Irán para financiar su programa nuclear y sus actividades en la región.

La Administración Trump ha aplicado este jueves sus primeras sanciones contra el sector petrolero de Irán al apuntar contra una red internacional por facilitar el envío a China de millones de barriles de petróleo iraní por valor de cientos de millones de dólares. El comunicado del Departamento del Tesoro precisó que el petróleo se enviaba en nombre del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán (AFGS, por sus siglas en inglés) y su empresa pantalla sancionada, Sepehr Energy. Esta medida incluye a entidades, barcos e individuos de distintas jurisdicciones, incluyendo China, India y Emiratos Árabes Unidos. Si las sanciones funcionan correctamente, el yacimiento de Ahvaz podría verse forzado a reducir su ritmo de producción, puesto que Irán no podrá exportar las cantidades de crudo que experto en la actualidad, lo que podría llevar a esta enorme formación de petróleo a rebajar su producción a mínimos históricos.

Las sanciones incluyen restricciones a empresas e individuos que facilitan la venta de petróleo iraní, especialmente a China, uno de los principales compradores. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha identificado redes internacionales que, a través de compañías pantalla como Sepehr Energy, han estado involucradas en la entrega de millones de barriles de crudo iraní, generando ingresos significativos para Teherán.

Estas restricciones no solo afectan la capacidad de exportación, sino que también complican la logística de transporte. La denominada ‘flota fantasma’ de petroleros iraníes, utilizada para eludir sanciones mediante prácticas como el apagado de transpondedores y transferencias de carga en alta mar, enfrenta ahora una vigilancia más estricta y sanciones directas, lo que dificulta aún más la comercialización del crudo.

Cae la inversión para producir más

La incertidumbre generada por estas sanciones ha llevado a una disminución en la inversión extranjera y nacional, lo que plantea serios desafíos operativos en campos clave como Ahvaz. Aunque la producción se ha mantenido estable, la falta de acceso a tecnologías avanzadas y a mercados internacionales podría, a largo plazo, mermar la eficiencia y la capacidad de extracción. El gobierno iraní, consciente de estos desafíos, ha implementado estrategias para mitigar el impacto de las sanciones. Entre ellas, se incluyen acuerdos con países aliados, el fortalecimiento de la industria petroquímica nacional y la búsqueda de mercados alternativos en Asia y África. No obstante, la presión económica es palpable y plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de estas medidas.

A pesar de las adversidades, el yacimiento de Ahvaz sigue siendo un símbolo de la riqueza energética de Irán y de su resiliencia frente a desafíos externos. La historia de este campo es testimonio de décadas de desarrollo, innovación y adaptación en medio de un entorno geopolítico en constante cambio. Ni las revoluciones ni los diferentes gobiernos han logrado acabar con este enorme yacimiento que ahora se enfrenta a un desafío incluso mayor.

El futuro de Ahvaz y de la industria petrolera iraní dependerá en gran medida de la capacidad del país para navegar las complejidades de las sanciones internacionales, diversificar su economía y encontrar soluciones sostenibles que le permitan mantener su posición en el mercado energético global. En última instancia, el yacimiento de Ahvaz no es solo una fuente de petróleo, sino también un símbolo de la determinación de una nación por preservar su patrimonio y asegurar su prosperidad en medio de desafíos formidables.

Fuente: Revista El Economista

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