La popularidad de Carlos Vives en México no está a discusión, pero ni con todo el éxito que ha cosechado en el país, puede dimensionarse lo que este artista colombiano significa para su pueblo.

En su natal Colombia, no es raro que una de sus canciones suenen en la radio a cualquier hora del día, o que al caminar por las principales avenidas del centro de Bogotá, los negocios se inunden de su vallenato.

Sin embargo, él no parece tomarse tan en serio su estatus de estrella. Al regresar a Colombia, lo primero que hace es dirigirse a Cumbia House, su lugar especial. Vestido con pants y una playera blanca arremangada, las anécdotas fluyen de él como un río.

Esa es precisamente la primera metáfora que utiliza para expresar la importancia de la música en nuestras vidas, especialmente en este espacio que creó en la que fuera la vivienda de su madre. Ahí fomenta el amor por este arte desde la infancia y brinda apoyo a talentos de diversas generaciones.

“La música que aquí decimos que viene del Caribe realmente proviene de los ríos que van al interior del país, porque el Caribe se introduce a Colombia a través de ellos”, explica Carlos con pasión.

“La cumbia y otros ritmos viajaron por esos ríos, y a partir de ahí surgieron asentamientos prehispánicos. El origen de nuestra música está en esos cauces; por ellos también llegaron los españoles, los africanos, y de ahí vienen sonidos que hoy seguimos utilizando”, relata subrayando la importancia de nuestras raíces.

Río de amor para los peques

Y como el cauce de un río que nunca deja de fluir, Carlos canalizó su pasión en Río Grande, su escuela de música. Ahí, desde los tres años, los niños, llenos de alegría y curiosidad por sus raíces, comienzan a acercarse al arte sonoro. A través de los instrumentos, descubren que la música es un todo, una conexión viva entre generaciones.

“Acá no queremos que haya prejuicios en la música. Los niños llegan con sus ideas, influencias de lo que escuchan o de sus padres. Lo importante es valorar lo que el niño quiere, pero también mostrarle que lo que le apasiona tiene conexión con otros mundos. Que no vea la música en pedazos”, detalla.

Refugio para el talento

En el mismo lugar, otra parte de esa cadena de retribución ocurre cuando músicos más maduros llegan al estudio de su sello, Gaira Música Local. Este espacio, escondido detrás de su restaurante, está diseñado para recordar a todos que no deben perder la humildad ante las ambiciones de éxito. La visita a Cumbia House fue en el marco del Bogotá Music Market, evento que busca impulsar la música colombiana conectando a artistas con oportunidades de negocio y expansión internacional.

Una vez que los músicos están preparados, llega el momento de subir al escenario y presentar su música en Cumbia House, un espacio que la Cámara de Comercio de Colombia ha reconocido como un punto clave para la música bogotana.Vives camina por ahí como si estuviera en su propia casa, pide arepas y saborea mezcal mexicano.

“Esto era la casa de mi mamá y, poco a poco, se fue transformando en lo que es hoy. Derribé paredes, cambié cosas, y ahora la gente puede venir, disfrutar y apoyar a nuestros músicos, quienes muchas veces no tienen espacios para ganar experiencia”.

En los muros de este espacio hay cuadros de todo tipo de exponentes, desde Cantinflas, pasando por Fito Páez, hasta Gabriel García Márquez. Respecto a otras figuras, asegura que es importante conocer las influencias.

“Ser latinoamericano no es sólo tocar nuestra música y los ritmos originarios, es tocar y dar espacio a todo lo que nos gusta. Para mí es espectacular tener aquí un mariachi y que se arme la fiesta. Hay que conocer de todo para tener más juguetes a la hora de empezar a hacer música”, resalta.

Fuente: eluniversal.com.mx

Comparte: